viernes, 28 de mayo de 2010

Media vuelta

Este paseo me está cambiando. Hoy me ha llevado por el puente de piedra, de camino a la cueva misteriosa, y he pensado que soy la única de mi especie en este planeta. Soy muy distinta a los demás olitas, y quién sabe si para mí hay un futuro aquí. Al fin y al cabo, soy una flor, y las flores suelen ser efímeras.

Quiero volver y buscar otro lugar para echar raíces, pero no en esta cueva. Es fría y solitaria, y no quiero estar sola aquí abajo. Ni siquiera quiero entrar. Le pediré a Olipécico que dé media vuelta y regrese. Algún sitio
habrá para mí ahí fuera. No quiero perderme las cosas interesantes del planeta Oli.


domingo, 23 de mayo de 2010

Colocada

Hoy hemos llegado al volcán Olignífugo, que como sabéis es el origen de peligrosas y tóxicas emisiones paranormales. El Astrónomo nos ha recomendado ser prudentes, pero yo le he pedido a Olipécico que se acerque lo máximo posible a la boca del volcán.

He de decir que me siento fascinada al ver cómo surgen estos misteriosos gases. Tienen algo magnético, casi como una droga.



miércoles, 19 de mayo de 2010

Despedidas encubiertas

Ahora que estoy pasando un poco de tiempo a solas con Fiolinda, dando este largo paseo, estoy teniendo tiempo para pensar mucho; como sabéis, pensar es mi razón de ser.

He pensado que varias veces hemos asistido a muchas despedidas en este planeta: la de el Astrónomo cuando se fue a Tirolingia en busca de Monolito, la de Staboli cuando se adentró más allá de la puerta, la de Monolito cuando se fue, o la mía propia con Fiolinda estos días.

Todas esas despedidas han tenido un reencuentro posterior, a excepción de la de Monolito, que ha sido la única irreversible (sin contar la muerte de Caceroli, que ni nos pudimos despedir de él). Las despedidas irreversibles las formulamos a conciencia, sabiendo que no habrá un mañana compartido. Tienen un punto de crueldad.

Sin embargo, hay otras despedidas aún más crueles: aquellas en las que, tras compartir un buen momento con alguien, al despedirte (o no despedirte) ni siquiera sospechas que ya nunca volverás a ver a esa persona. Son hasta siempres disfrazados de hasta luegos.

Ahora que camino con Fiolinda apretada contra mi cuerpo (para que no se me caiga), le he pedido que ponga armonía a este informe, para ver si me explico mejor. Espero que esto sea el comienzo de una gran amistad... y no el comienzo de una despedida encubierta.

miércoles, 12 de mayo de 2010

El camino marcado

Ya hemos salido de paseo Olipécico y yo. Me ha llevado a las misteriosas montañas de Tirolingia, donde el Astrónomo encontró a Monolito, el pobre babuino víctima de un terrible experimento científico en la Tierra, cuya cápsula cayó a este planeta (como veis, me ha puesto al día).



Me ha parecido curioso ver las huellas que el propio Astrónomo dejó marcadas en aquel paseo. Este planeta es pequeño, pero parece que hay un camino a seguir. Veré a ver si yo puedo marcar uno nuevo, distinto.

jueves, 6 de mayo de 2010

Buscando mi hábitat

Ya he hablado con Olipécico y me va a dar un paseo para enseñarme los lugares más importantes del planeta Oli. Quiero mudarme de aquí, y encontrar un hábitat idóneo para una planta delicada como yo.

Este es el primer informe que hago con Staboli, un olita un poco extraño. Mi intuición femenina me dice que no es lo que parece.

Pero bueno. Lo importante es que ahora mismo me voy a dar una vuelta para buscar dónde echar raíces en este lejano planeta donde nunca sucede nada. Ya os iré contando.

lunes, 3 de mayo de 2010

Palabras que alimentan

Mientras preparamos mi excursión por el planeta Oli, me veo obligada a hacer una reflexión que podría cambiar mi relación con el resto de olitas.

Todo empezó hace mucho tiempo, en un lejano planeta, donde se hablaba de la imagen despectiva que a veces se tiene de los artistas. Yo me siento totalmente identificada con esa opinión, porque sé que dentro de mí también hay una artista que tiene mucho que decir, pero no sé qué consideración me tenéis, ya que todavía no me conocéis bien.

Desde que nací, Olipécico me riega para alimentarme, pero mi mayor sueño sería que mis palabras me dieran de comer por sí mismas. ¿No tendría sentido, viniendo de mí, una flor parlanchina? No pretendo cuestionar los cuidados de Olipécico, pero tal vez este árido planeta no es el más adecuado para crecer, cuando naces flor. ¿Debería decir que vengo de algún planeta de, digamos, más relumbrón?